Estado: El estado es una institución de la sociedad organizada, que ocupa un determinado territorio y posee un gobierno autónomo ajeno de todo poder extranjero.
Nación: La nación es una comunidad espontánea resultante de una serie de factores, que tienen algo en común: base étnica, política, económica, cultural, religiosa, lingüística, histórica y otros muchos que se fusionan en la formación de ese concepto.
Un Estado no debe ser confundido con la nación. Esta última es un concepto étnico, empleado para designar a un pueblo unido por lazos lingüísticos, costumbres, origen racial o memoria común o por la creencia en un destino común. Una nación puede o no ocupar un territorio definido y carecer del elemento soberanía; puede no gozar de un gobierno independiente, como los kurdos, que se encuentran sometidos al dominio turco, iraní, iraquí y sirio. Existen estados en los que coexisten pluralidad de naciones como Canadá; compuesta de anglocanadienses y francocanadienses, Bélgica; de flamencos y valones, Suiza; de germano suizos, franco suizos e ítalo suizos. En la actualidad la mayoría de las naciones son al mismo tiempo estados, pero su condición ha derivado principalmente del desmembramiento de los estados soviéticos, yugoslavos y checoslovaco, después del colapso del bloque comunista.
Origen del Estado:
1- El desarrollo de la agricultura: Estos primeros Estados son denominados civilizaciones hidráulicas, como por ejemplo: Egipto, Mesopotamia, India y China.
2- Algunos de los antiguos estados debieron su nacimiento a las actividades bélicas: Como consecuencia de la guerra librada por la conquista de Canaán, que fracasó, el pueblo hebreo rogó a su jefe Samuel que les diera un rey para que pudieran ser “como todas las naciones”.
3- La aparición de jefes o conductores como factor del nacimiento del Estado: Como es el Caso de Rómulo, fundador de Roma.
4- Las regiones la religión contribuyó indudablemente al origen del Estado.
Evolución hacia el Estado:
La familia: Ulpiano refiriéndose al derecho natural nos habla de un origen natural de la familia: “... De ahí la conjunción del macho y de la hembra, que nosotros llamamos matrimonio, de aquí la procreación de los hijos, de aquí la educación; pues vemos que también los demás animales, hasta las fieras, se gobiernan por el conocimiento de este derecho”. La familia constituye una unidad más o menos permanente compuesta por los padres y su descendencia, que sirve a los fines de la custodia y educación de sus progenie; la división del trabajo, en donde los hombres se dedicaban a cazar animales para el sustento del grupo, mientras que las mujeres recogían los frutos y preparaban los alimentos, se encargaban de la custodia de sus hijos; servía la familia además, para la adquisición y transmisión de la propiedad; la difusión y preservación de las creencias.
Las hordas: este grupo humano consistente en la reunión de familias sin reglas establecida, viviendo en un régimen de promiscuidad, cuya necesidad es la defensa contra los enemigos externos. El sentimiento prevaleciente en la horda era el de la protección común, el de la búsqueda del sustento para el grupo; para ello contaba sobre todo con el factor de la fuerza física o la habilidad de los más fuertes.
El clan (del gaélico clan, “descendencia”): tras una larga evolución en los hábitos y costumbres del grupo social y como producto del sentimiento de solidaridad nacido en el seno de la horda, surge el clan, como nueva forma de asociación. Esta clase grupo deja de ser nómada para volverse sedentario; es decir, se asienta sobre un territorio fijo, cuya explotación acomete de manera permanente, estamos en presencia de los agricultores. El clan muchas veces estaba antes que la familia. La pertenencia a un clan implica la solidaridad social, es decir, la obligación de prestar ayuda mutua, participar en ritos y ceremonias, en los delitos de sangre, por ejemplo, correspondía al clan de la víctima exigir la compensación al clan victimario o sea el deber de venganza.
La tribu: la cual era dirigido por el patriarca, jefe a su vez de otros patriarcas de clanes, difería este conglomerado social de sus componentes, no solo por él número de sus individuos sino por el carácter mismo del vinculo que los mantenía unidos entre sí y separadas de las demás tribus que no eran solamente el parentesco entre sus miembros, sino la comunidad de nombres entre los mismos, la división del trabajo y de la tierra, la organización política más estructurada y jerarquizada, el territorio y principalmente su lengua o dialecto era lo que los mantenía unidos. Por lo general una tribu posee un jefe, una religión que predica la descendencia de todos sus miembros de un único progenitor y una cultura en común.
Primeros Estados
Todos los estados que nacieron en el antiguo oriente fueron teocráticos, algunos también fueran absolutistas, mientras otros como el caso de Israel y Persia tenían ciertos atenuantes de la religión. En el caso de Babilonia y de Asiria el estado absolutista teocrático llegó a extremos detestables.
La Ciudad-templo: es el término utilizado para designar a la Ciudad-Estado sumeria, ésta era de hecho la propiedad del dios local. El templo del dios ciudadano era el rasgo central de la ciudad. Toda la vida social y política giraba entorno al santuario, “el zigurat”.
La Teocracia Egipcia:
1- el Reino Antiguo que tenía por características el ser: a- autocrática, el faraón poseía la suma del poder, reuniendo en su persona las funciones administrativas, legislativas, judiciales, militares y religiosas. Sus títulos eran, entre otros, el de “señor de las Dos Tierras”, ya que se suponía era el rey, tanto del Alto como del Bajo Egipto, este dualismo político se podía observar en los rituales, como la señalada doble corona; b- teocrática, en su condición de Sumo Sacerdote y dios vivo, era deificado bajo los nombres de “Hijo de Ra”, por lo cual era llamado “Hijo del Cielo” o “Rey Sol”.
2- El primer Periodo Intermedio. Las “Visiones de Neferti”: “Egipto está lleno de corrupción. Se promulgan leyes, pero no se cumplen... La propiedad de un ciudadano es incautada. La propiedad de un ciudadano es dada a extranjeros. Puedo mostrarte terratenientes necesitados, puedo mostrarte extranjeros que prosperan. Se paga a quienes no trabajaban. Las deudas no se saldan sólo bajo amenaza, las sentencias se imponen sólo a punta de lanza... Egipto es pobre, sus funcionarios se enriquecen”
3- El Imperio Medio y en especial, durante la dinastía XII, el poder fue más débil que en el primer periodo de esplendor. Los nobles y los nomarcas de las provincias ejercían el poder que le arrebataron al monarca, conservando una parte de la autoridad, ya que por sus manos pasaba la administración local, pero el monarca había recobrado su poder y su función centralizadora. Egipto, se constituyó en lo que podría calificarse el primer “Reino democrático” de la historia.
4- El Segundo Periodo intermedio fue el producto de problemas internos que imperaban y que fueron aprovechados por pueblos semíticos: los Hicsos.
5- El Imperio Nuevo se dedicaron a sentar las bases del gobierno en tres instituciones, las cuales eran: el ejercito, la burocracia y el poderoso clero de Amón, éste gobierno era similar al del Imperio Antiguo, pero más absoluto. Es en este periodo que Egipto se lanza a la conquista de territorios que se hallaban legos de sus fronteras históricas, tomando conciencia de su poder militar e ingresa en el concierto de las potencias del Oriente Próximo, junto a los estados de Mitanni, Asiria, Babilonia y el Imperio Hitita.
6- El Tercer Periodo Intermedio o Post-imperial. Decadencia de Egipto y conquista del país.
Estado Asirio:
Lo que caracteriza a Asiria, fue su excesivo militarismo, la cual era una industria y un arte nacional. Lo llamativo del ánimo de este pueblo es su dureza y brusquedad. El rey de Asiria es el shangu, era el vicario del dios Asur. Los reyes solían auto denominarse a sí mismos como: “rey de la totalidad”, “rey de las cuatro regiones” y “rey de reyes”. Este pueblo cruel, acostumbraba a levantar pirámides de los cráneos de los soldados sacrificados después de rendirse, el rey Asurbanipal, por ejemplo, se vanagloriaba de haber sacado con sus propias manos los ojos de un monarca que depuso sus armas. Los pueblos eran conquistados muchas veces con el simple temor de los saqueos o el terror de caer en la esclavitud, en otras ocasiones recurrían a las incursiones punitivas, los empalamientos y las ejecuciones en masa, que fueron los elementos disuasivos de sometimiento al poder del monarca asirio: “el cazador (en referencia al guerrero asirio) abrió los vientres de las embarazadas, dejó ciegos a los niños. Cortó las gargantas de los Guerreros”.
Estas medidas crueles, eran utilizadas como instrumentum imperri, destinadas a atemorizar a los pueblos sojuzgados. Otro instrumento, del que se valían los asirios, era la deportación de los habitantes del territorio conquistado, de sus lugares de origen eran trasladado a otras comarcas, como fue el caso de las diez tribus perdidas de Israel, del mismo modo lo harían tiempo más tarde los Babilonios, con los ciudadanos del reino de Judea.
Imperio Babilónico:
Al frente de la organización política se hallaba el Patesis (rey), quien ejercía las funciones regias, el cual reunía en su persona todos los poderes: político, militar, judicial, legislativo y religioso. Desde el reinado de Hammurabi el monarca es divinizado, con el fin de unificar los distintos pueblos sometidos a un culto en la persona del monarca, que sería la nota predominante de la Antigüedad, ya que otros monarcas lo imitarían utilizándolo con el mismo fin, como fueron los casos de Alejandro Magno y Augusto, solamente con el advenimiento del cristianismo y la separación del poder eclesiástico y del secular, entre lo espiritual y lo terrenal, desaparecería esta forma de gobierno y la religión cristiana sería el fundamento de unidad. El rasgo que sobresale del gobierno, es la forma como se ejerce el poder real. Toda la responsabilidad del gobierno recae sobre los hombros del rey.
Ciudades Fenicias:
Al principio fueron gobernadas las ciudades estados por reyes. La monarquía cedió ante la plutocracia, compuesta ésta de ricos mercaderes, el órgano supremo de esta época era una especie de Senado que tomaba las decisiones más importantes y cuya ejecución correspondía a los Sufetes, un colegio de magistrados, compuesto de dos miembros. Teóricamente el Senado era electivo. Cuando los sufetes no se ponían de acuerdo se sometía a la Asamblea las decisiones, que daba su parecer, mediante el voto a favor, por medio del “si” o en contra, por el “no”, pero que no tenía iniciativa propia para presentar sus propuestas.
Estado Teocrático de Israel:
Como todos los pueblos primitivos, el de los hebreos en su periodo ancestral, comenzó siendo un régimen Patriarcal, era dirigido por un anciano venerable, jefe de la familia primero, y luego de la tribu, cuando la primera creció. Su autoridad era paternalista con dominio absoluto sobre las personas y los bienes de sus descendientes, a la par de ser sacerdote, era juez y rey. Por lo dicho, el patriarca era considerado como el vicario de Dios. A su muerte, trasmitía el mando a su heredero, otorgándole para ello la bendición. El sucesor solía ser el primogénito, estableciéndose de esta manera el llamado “Derecho de Primogenitura”, siendo los principales patriarcas Abraham, Isaac y Jacob.
Al ser liberados por Moisés de su cautiverio en Egipto, el pueblo aceptó de buena gana la dictadura de éste. Aunque parece, según el relato de la Biblia, existió cierta resistencia a su dictadura, este es el caso de Coré, que se enfrentó a Moisés y Aarón: “¡Basta ya de privilegios! –decía Coré- Todo el pueblo ha sido consagrado por Dios, y el Señor está con todos nosotros. ¿Por qué se levantan ustedes como autoridad suprema sobre el pueblo del Señor?"
Una vez establecidos en la tierra prometida las tribus constituyeron una confederación de tribus. Que en tiempos de crisis, veía surgir la figura de un líder –shofet, o juez- inspirado por el “Espíritu del Señor”. Este juez defendía la causa de todas las tribus o las comandaba en batalla. Pero de ninguna manera era un rey. Así, a diferencia de las Teocracias del oriente, la de Israel era sui generis, ya que la soberanía suprema pertenece a Dios, en el sentido propio de la palabra. Dios dirige directamente los destinos de su pueblo primero a través del mensaje de sus profetas, de los que surgió el mencionado régimen de los jueces, que fue dirigido por los enviados del Señor, como: Josué, Sansón, Samuel, entre otros e inclusive, como mencionamos en el título precedente, con una jueza como, Debora.
Más tarde, cuando el pueblo pidió por una monarquía, y Dios por boca de su profeta, Samuel, les hizo saber de los males que arrastran esta forma de gobierno, y aún así, el pueblo hebreo aceptó, coronando a Saúl como el primer rey de Israel.
Antes de entregar el gobierno a Saúl, Samuel dio cuentas de su actuación al frente del poder: “Ustedes han visto que yo los he atendido en todo lo que me han pedido, y que les he puesto un rey. Aquí tienen al rey que habrá de dirigirlos. Por mi parte, yo estoy viejo y lleno de canas, y mis hijos están entre ustedes. Yo soy quien los ha dirigido a ustedes desde mi juventud hasta el presente, y aquí me tienen: Si me he apropiado o maltratado a alguno, o si me he dejado sobornar, puede acusarme ante el Señor y ante el rey que él ha escogido, y yo pagaré lo que deba –a lo que el pueblo contestó-. Nunca nos has oprimido ni maltratado, ni te has dejado sobornar”. Un lindo ejemplo de humildad y de responsabilidad política, social y jurídica de quien abandona un cargo.
Con la conformación del reino la ley divina seguía vigente, de esta forma la monarquía de Israel se encuentra limitada por la misma, no podía el gobierno ser absolutista o tiránico, ya que Dios quiere el bien de su pueblo, y la nación israelita encuentra alivio en la ley del Señor, y al igual que cualquier ciudadano hebreo, el rey también se ve obligado a acatarla, además de tener el deber de escuchar la voz de los Profetas, así por ejemplo, nos cuenta la Biblia, que un día el rey David paseaba de noche por la terraza de su palacio, cuando vio a la hermosa Batsheva, bañándose, mientras su esposo, Urias el Hitita, estaba luchando por David contra los amonitas. El rey ordena que se le traiga a la mujer casada ante su presencia en el palacio, en donde la seduce y la fecunda. A continuación envía una carta a los superiores de Urias para que lo ubiquen al frente, adonde más arreciaba la batalla, en donde es muerto a manos del enemigo. La estratagema resultó, y David pensó que no habría consecuencias, ya que solo él, su conciencia, sus oficiales subalternos y Dios sabían de su crimen. Sin embargo el profeta Natán lo reprendió severamente, si esto hubiera ocurrido en otra corte del oriente, éste profeta, habría terminado ajusticiado, pero en Israel es todo lo contrario, es nada menos que el gran rey David quien se humilla ante Natán, al que le dice: “Pequé contra Yahvé”. Vemos muchos ejemplos de este tipo en la historia de la monárquica de Israel, mencionados en otras partes de esta inmortal obra que es la Biblia.
La fuente de todo poder era Dios y sólo es legítimo, cuando el rey está sometido a los propósitos de Él, de lo contrario se convierte en tiránico. Así, el Señor se apartó de Saúl, luego que éste no cumpliera con el mandato divino, de dar muerte a los amalecitas y a todo su ganado. Al no consumar la orden divina, Dios envía a Samuel ante Saúl, a quien le dice: “no voy a regresar contigo, porque tú has rechazado el mandato del Señor, y ahora él te rechaza como rey de Israel”.
La señal de que el monarca gozaba del beneplácito celestial, era la Unción. El Profeta Samuel ungió a los reyes Saúl y David, así la realeza israelita aparece desde el comienzo vinculada al profetismo. Con esto se quiere dar a entender que esta institución debía estar al servicio del pueblo de Dios. En adelante, los profetas reconocerán en principio la autoridad y la misión del rey, pero no por eso dejarán de reprocharle sus abusos e injusticias. A partir de ese instante al que era electo como el Ungido se le habría una línea de comunicación directa, entre éste y Dios. Era un vínculo especial, uno de carácter sagrado.
Al rey le estaba prohibido acumular grandes riquezas o entregarse a un lujo ostentoso. No se toleraba ninguna clase de despotismo militar, del tipo asirio o babilónico. El rey no estaba por encima de la ley, sino sujeto a ella, y debía llevar permanentemente consigo, un ejemplar de la “Torah” y, “leer en él todos los días de su vida... para que su corazón no se eleve sobre sus hermanos ni se desvié de la ley”. Con estos principios se establecieron ideales democráticos e igualitarios.
Imperio Persa:
Los medos sentarían las bases del sistema político que heredarían los persas, así, se puede observar: en el ceremonial impuesto ante el rey, en la división del territorio en provincias y en la organización del ejército, al modo asirio, con infantería y arqueros, y al estilo escita, con una poderosa caballería.
Mientras los persas fundarían sobre el estado medo un “Imperio de la Tolerancia”, la cual estaba gobernado por la autoridad suprema del “Gran rey” o “Rey de Reyes” –según otra fuente, debe utilizarse la expresión “Rey de los Países”-, al que los persas denominaban Sha Nan Sha. Al principio esta monarquía era electiva, pero más tarde se convirtió en hereditaria, improvisada en tiempos de Ciro II, despótico durante el reinado de Cambises II y sistematizado en tiempos de Darío I. Al Sha se le pagaban los impuestos en la Apadama palacio imperial desde donde gobernaba. Los que recurrían en las audiencias debían practicar ante el sha, el ritual de la Proskinesis –postración-, y cuando al fin, se les permitía levantarse para dirigirle la palabra al rey, era obligatorio poner la mano frente a la boca. De esta forma se estableció un práctica que sería común en oriente e imitada en occidente por los macedonios, primero y luego por los romanos –en tiempos de Dioclesiano- y Bizantinos, gracias al reflujo del helenismo, que llevaron al volver de las provincias asiáticas al corazón del dominio heleno la cultura oriental. La monarquía oriental, que aunque, humana en su versión persa, no dejaba de ser despótica. Así, para los hebreos, Ciro fue el instrumento de Dios, que puso fin al cautiverio hebreo en Babilonia, por lo que fue ensalzado por el profeta Isaías como el “ungido de Yahveh”, se convirtió para los griegos en el monarca perfecto, tanto para Antístenes como para Jenofóntes, que se referían a la realeza aqueménida como el ideal monárquico, mientras que un republicano de la talla del jurista, filósofo, orador y político romano, Marco Tulio Cicerón, quien también enalteció la figura de Ciro con estas palabras: “rey –decía- tolerante e incluso digno de ser amado”. Pero no todo era halago, Heródoto, cuenta que el rey Ciro muere peleando contra los masagetas, quien tomó como prisionero al hijo de la reina Tomiris, quien se suicidó. En venganza, Tomiris mandó sumergir la cabeza de Ciro en un odre lleno de sangre humana, para –dijo ella- saciar la sed de sangre del persa.
Este sistema político constituye un yugo duro de aceptar por los pueblos sojuzgados, de hecho existieron varias revueltas en el “Imperio de la Tolerancia”, como los ocurridos entre los babilonios, egipcios y en especial entre los jonios, las que fueron duramente reprimidas. Hacemos énfasis, por lo que importa a nuestro estudio, este último conflicto, que la mayoría simplifica como el choque entre la “civilización” y la “barbarie”, sin más. Es más bien, la lucha de un pueblo –el jonio “griego”- apegado a su libertad contra una monarquía despótica, en la perspectiva del ciudadano de la polis. De ahí la importancia de las llamadas guerras Médicas –porque los griegos los denominaban medos-, la pregunta obligada es ¿qué hubiera sido si en Salamina la flota derrotada hubiera sido la ateniense?, probablemente los valores y virtudes persas nos acercarían más al pensamiento oriental, y no es necesario decirlo, pero jamás se llegaría a conocer la gran civilización helénica en su esplendor, de la que se nutrió, primero Roma y por su intermedio la civilización occidental, con sus valores de libertad, democracia, etc.
La religión sirvió de soporte y limite al rey de reyes. Así como el dios Aura Mazda promueve el orden y repudia la injusticia, y su delegado terrenal, el Sha, tiene un papel moral y jurídico. A su vez el monarca veía en la clase de los magos una especie de límite a su poder omnímodo, quien debía de oír de boca del sacerdote-mago, las siguiente amonestaciones: “Señor, levántate y piensa con qué fin te ha colocado Ormuz en el Trono”. Se puede ver indicios del reino de la luz en la administración estatal. Los siete grandes que rodeaban al rey se presentan como la imagen de los Amschaspand, que rodean a Ormuz. Así, cuando el falso Smerdis, un mago que se hizo pasar por hermano del rey Cambises, fue desenmascarado, reuniéndose en consejo para decidir la forma de gobierno que verdaderamente resultaba mejor, coincidieron que la monarquía era la mejor forma de gobierno para los persas. Esta concepción política se destaca por su altura – nos dice Truyol y Serra- de miras no sólo en su conjunto, sino también en sus aplicaciones particulares. Ello se debe a la índole de su contenido religioso, el cual dignifica lo político de una manera que sólo Israel superó en el orden doctrinal, aunque no en el práctico.
India:
El principio del Estado se asienta en la persona del rey (rajá). Siendo como era la India una civilización hidráulica, la figura del rey reúne en él no sólo los derechos y los poderes, sino también el tiempo y la prosperidad del suelo. De ahí que si las cosechas eran malas, existía el perfecto chivo expiatorio que recaía en la persona del rey, porque simplemente en él descansaba la prosperidad colectiva, de tal suerte, que su poder depende de un contrato más o menos explícito, debe ser merecedor de su corona, por sus propias cualidades y ante todo agradar a su pueblo aplicando la ley. En este sentido nos dice Asoka en el Edicto en roca VI: “Considero que mi deber es el bien de todo el mundo”.
China:
Los reyes Shang eran tanto jefes seculares como líderes religiosos. El monarca era el jefe de gobierno, comandante militar y sumo sacerdote, encargado del ritual religioso y el descendiente directo del ancestro común de todo el pueblo. Durante el gobierno Shang, se sabe que existían por lo menos unos treinta estados bajo el mando de nobles de diferentes rangos. Muchos de los cuales solían ser parientes de ramas colaterales de la familia real, otros eran oficiales de alto rango, y algunos eran jefes antiguos de la región, que fueron sometidos y avasallados. Las obligaciones de estos señores “feudales” eran las de pagar tributo, defender la frontera y enviar hombres para expediciones militares y otros menesteres. El rey (Wang) se encontraba rodeado de consejeros, escribas, oficiales militares, administradores civiles y en especial de adivinos-sacerdotes, que eran especialistas en la adivinación, el ritual y sabían leer y escribir, siendo los precursores de los burócratas-letrados. Cuando un rey moría se lo enterraba en tumbas amplias en la roca excavada, en ellas se hallaron cadáveres de gente sacrificada y enterrada con el difunto. Estos eran esclavos sacrificados, su condición era consecuencia del ius gentium.
Con los Chou en el poder se establece el fengjian o feudalismo a estilo chino. Que consistía en la cesión de tierras a personas emparentadas con el monarca Chou. Con el tiempo los “Señores” convirtieron en hereditario el cargo y las tierras que se encontraban adheridas al feudo. Cada uno de los cuales tenían sobre su territorio un control económico, político y militar. Tenían su propia enramada administrativa compuesta de administradores nombrados de entre sus parientes. El señor del territorio cedido, quien en principio estaba emparentado con el rey, debía de rendirle pleitesía al monarca Chou, realizar actos de obediencia, prestar auxilio militar cuando éste la necesitara y de vez en cuando visitar la capital. Los gobernantes de los estados feudales llegaron al punto de asumir el título de reyes (Wang), que antes era exclusivo del monarca Chou.
La dinastía Qin del primer emperador trata de eliminar el feudalismo. Para ello el monarca Shi Huang-Ti lleva a cabo una importante reforma del estado, centralizando el gobierno con el emperador a la cabeza, ayudado por dos funcionarios, uno civil y otro militar. Se prohíbe la práctica de conceder tierras y feudos a los miembros de la familia imperial y a dignatarios, con el que se asesto un duro golpe al feudalismo del que ya no se recupero. Para la administración de los dominios imperiales, se dividió en treinta y seis comandancias (jun) gobernadas, cada una de ellas, por un administrador civil, un administrador militar y un contralor. Cada comandancia estaba subdividida en distritos o prefecturas (xian), gobernadas por un prefecto.
El primer emperador de la China es conocido por la historia de su país y la del mundo occidental, como la de un tirano megalómano, violento, vengativo y supersticioso. Las persecuciones a los seguidores de las enseñanzas confucianas, son ejemplo de su violencia. Su miedo atroz a la muerte, convirtió a los magos y charlatanes en sus favoritos, a cambio de elíxires de inmortalidad. A partir de ésta dinastía, pero en especial, durante la dinastía Han, se implementó un aparato administrativo, el cual, con algunas modificaciones habría de perdurar dos mil años. El cargo de mayor importancia era el de “Emperador”, quien tenía un origen divino, pero cuyo “mandato” era revocable; era el “Hijo del Cielo”, al que se ofrecía sacrificios y sumisión, y padre de sus súbditos a los cuales exigía obediencia. El soberano era el dueño de las tierras y de los frutos, pero no era el dueño de todo el imperio. Reunía en su persona todas las atribuciones de un monarca absolutista, levantaba impuestos, legislaba e impartía justicia. Con todo este poder absoluto, se veía frenado por el sistema burocrático. Los puestos administrativos se conseguían al comienzo por recomendación de gente ya empleada. Posteriormente se implementó la costumbre de tomar examen para juzgar sus conocimientos sobre la tradición confuciana. El emperador Wu estableció una universidad para el estudio de los clásicos confucianos. Estas doctrinas rápidamente adoptada por la clase burocrática, la que se distinguía claramente entre los que trabajaban con la mente y los que trabajaban con las manos, insistía en que la verdadera aristocracia no es la de nacimiento, rechazaba el gobierno por la ley, que trata a todos por iguales, y aboga por un gobierno ejercido mediante el ejemplo virtuoso, constituyéndose ella misma en arbitro de lo que era la virtud. La ley nunca desapareció, si bien los funcionarios trataron de estar por encima de ella, el emperador la usó frecuentemente para someterlos. A su ves, los letrados tenían una manera de limitar el poder total del emperador con la doctrina del “Mandato del Cielo”. Según éste, el emperador tenía el beneplácito del Cielo para gobernar siempre y cuando conservara su virtud; al descuidarla se producían fenómenos que los letrados sabían interpretar, como señal ésta, de que el soberano había perdido el Mandato, y podía ser depuesto.
Para los chinos el orden es el reflejo del universo, y su punto de encuentro es el Emperador conocido también como el “Hijo del Cielo”, de ahí que las catástrofes que caían sobre el pueblo fueran la consecuencia lógica de una falta cometida por el emperador, por este hecho, perdía su calidad de “Hijo del Cielo”, liberando al pueblo de su poder, y dando la oportunidad de que cualquiera podía destronarlo.
Otro significado que daban a la palabra imperio los chinos, era: “lo que esta debajo del cielo”, por el que se confundía la entidad jurídico-política con lo cosmológico, esto es que todo el mundo habitado y civilizado esta sometido al poder del Emperador. Y todos los que no habitaban el Imperio, eran considerados bárbaros por estar fuera de la jurisdicción del “Hijo del Cielo”.
Tres eran las bases sobre las que se sostenía la autoridad del primer emperador chino: 1- una nueva clase social, compuesta de campesinos libres de sus señores feudales, que constituyeron una clase dinámica liberada de las ataduras del pasado y capaz de insertarse en el naciente Estado centralizado; 2- el sistema de gobierno era la ley, es decir, en una norma objetiva impartida desde las instituciones oficiales servidas por un cuerpo de funcionarios civiles y militares y que debían cuidar de la recta implantación de un sistema de recompensas y castigos y articular una escala de honores establecida según los servicios prestados al soberano. Esta normativización iba acompañada de una obra racionalización, que abarcaba desde una ordenada división administrativa territorial hasta la implantación de un sistema uniforme de pesos y medidas, pasando por la erradicaión de todos los derechos y las costumbres particulares; 3- esta revolución estatal tuvo como corolario una profunda renovación del arte de la guerra, siendo el ejército la última base en que se asentaba el poder imperial.
Con la caída de la dinastía Qin y el ascenso de la Han, debido a los excesos de la primera, se llevó a cabo un cambio de las leyes haciéndolas menos crueles. Se mantiene el sistema de división territorial de los Jun y los Xian, en el oeste, mientras que el este, los que ayudaron en al ascenso de la dinastía, se les distribuyó tierras, quines llevaron el título de príncipe o marqués, gobernando estos territorios llamados Wangguo (reinos) de manera casi independiente. Sin embargo entre las reformas que se llevaron a cabo, estaba la disminución del poder absoluto del monarca, al concederles una mayor importancia a los consejeros y administradores allegados al emperador. Estos consejeros elaboraban las propuestas políticas y luego el emperador decidía después de discutirlas con otros colaboradores.